MPE realiza conversatorio sobre Periodismo en Primera Persona
¿Cuándo un periodista puede hablar desde el “yo”? ¿Es lícito hacer periodismo encubierto? ¿Cuándo sí? ¿Cuándo no? ¿Cuál es el límite? Para responder estas preguntas, que suelen inquietar a nuestros alumnos, el MPE organizó un conversatorio que se realizó el martes 29 de agosto en el Campus Casa Central de la UC.
Los expositores fueron periodistas de El Mercurio y profesores de la Facultad de Comunicaciones UC. La mayoría de ellos coincidió en que este tipo de periodismo debe hacerse en determinadas circunstancias, con un claro propósito y por periodistas de experiencia.

La actividad partió con un sucinto recorrido por esta práctica, tanto a nivel nacional como internacional, realizado por la coordinadora del MPE Carmen Rodríguez. Ella partió haciendo una distinción entre el periodismo en primera persona y el periodismo encubierto. En el priner caso, el periodista se involucra en una situación, asumiendo su identidad de reportero, y luego narra la historia en primera persona. En el segundo caso, el profesional no revela su rol, al menos en un primer momento, al involucrarse en una determinada situación. En ambos casos, se presentan distintos desafíos éticos y estéticos.
El recorrido por esta práctica partió con Elizabeth Cochran, conocida como Nelly Bly, quien se internó en un hospital psiquiátrico para mujeres a fines del siglo XIX, contratada por Joseph Pulitzer para el periódico The New York World. Su reportaje, “Ten days in a madhouse” provocó tal impacto que obligó a las autoridades sanitarias a cambiar el trato a los enfermos mentales. Después de ella, han sido muchos los periodistas que se han infiltrado para dar a conocer una realidad compleja. En Chile, a comienzos de los 80, el periodista Rubén Adrián Valenzuela escribió “La cárcel por dentro”, una serie de reportajes en la que reveló abusos e injusticias del sistema carcelario chileno, tras entrar como recluso, con una identidad falsa, a la Cárcel Pública de Santiago. Estos artículos, publicados en La Tercera, provocaron impacto y convirtieron al Cabo Orrego en un villano de antología.

En esa misma década, la Revista del Domingo de El Mercurio, marcó tendencia con una seguidilla de reportajes escritos en primera persona por periodistas como Ricardo Astorga ( “Soy basurero”, “Míster Chile detrás del telón” ) y Ximena Torres Cautivo (“Mujeres policías”, “La mucama y el botones” ). Ésta última editó el libro “Periodismo en primera persona” (El Mercurio-Aguilar, 2001), en el cual recopila una veintena de estos artículos, incluido “Me fui a ofrecer de corista al Bim Bam Bum”, de la escritora Isabel Allende y publicado por la revista Paula.
En los últimos años, la revista Sábado de El Mercurio ha publicado una serie de artículos escritos en primera persona. Algunos de sus autores, Gazi Jalil y Andrew Chernin fueron expositores del coloquio en la UC, donde relataron su experiencia en este tipo de relatos periodísticos. Ambos coincidieron en que la primera persona debe utilizarse cuando el tema a investigar así lo requiera. Por ejemplo, en el reportaje “Mi primer test de VIH (A los 32 años)”, Andrew Chernin se formó la convicción de que los funcionarios de la salud pública que interactuaron con él no lo habrían hecho de la misma forma si hubieran sabido que era periodista y que iba a relatar su experiencia. Por su parte, Gazi Jalil, también editor de Sábado, habló sobre el aprendizaje que ha tenido escribiendo este tipo de reportajes, poniendo entre los ejemplos su artículo “El ciervo y yo”, que fue finalista del Premio de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado y que relata sus vivencias en una expedición de caza de estos animales en el sur de Chile.
Luego expuso la profesora de Ética Periodística María Elena Gronemeyer, quien recalcó que la práctica de periodismo encubierto, “traiciona la libertad de las personas” en su decisión de participar o no del producto periodístico. También fue enfática en señalar que “sin decir nunca, aquí la excepcionalidad es aún mucho mayor”, puesto que se da en aquellos casos en donde el periodista no pueda acceder de otra manera a la información y esta sea de una “relevancia sustancial” para proteger otros derechos que puedan estar en riesgo. En la misma línea continuó Álvaro Fernández, subdirector de El Mercurio y profesor de Legislación de las Comunicaciones, quien aclaró las implicancias legales que conllevan estas prácticas, dentro de las que pueden caber delitos contra el honor y la vida privada de las personas. Explicó también que las irregularidades más usuales en estos casos, se dan en la obtención de la información, por ejemplo, con cámaras ocultas. “El interés público por sí mismo, no justifica la violación a la intimidad”, señaló el también abogado UC.
Luego de las cinco presentaciones, la conversación se abrió a los asistentes y estudiantes, entre quienes se encontraban alumnos, exalumnos, profesores y periodistas.