Exalumno MPE comparte experiencia como autor de reportaje premiado

El pasado 23 de abril, los exalumnos del Magíster en Periodismo Escrito (MPE) Cristian Ascencio y Carlos Luz, junto a la periodista boliviana Nelfi Fernández, recibieron en Santiago el Premio de Excelencia 2018 en la categoría Reportaje por “Las mujeres carne de cañón del narcotráfico”. La cruda realidad de muchas mujeres que cruzan la frontera boliviana-chilena con droga en sus cuerpos, apostándolo todo para ganar dinero de manera rápida, fue relatada objetiva y detalladamente en el artículo. Fue un trabajo difícil, largo, arriesgado, minucioso, humano. Por lo mismo, fue reconocido con el Premio Periodismo de Excelencia, en la categoría de reportaje escrito, que entrega la Universidad Alberto Hurtado.
Uno de sus autores, Cristian Ascencio, es alumno de la generación 2016 del MPE y, actualmente, editor de Crónica de El Mercurio de Antofagasta. Los días 23 y 26 de agosto estuvo con los estudiantes del MPE 2019 para hablar sobre esta experiencia, y también ofreció una charla organizada por la Red de Periodistas de Investigación, en la Facultad de Comunicaciones UC.
En la clase del viernes 23 de agosto, realizada en El Mercurio, Cristian Ascencio se refirió específicamente al periodismo colaborativo. Habiendo trabajado con periodistas de distintos medios —Carlos Luz es editor de Crónica de La Estrella de Iquique y Nelfi Fernández es editora web de El Deber de Santa Cruz— les contó cómo fue su experiencia trabajando en este equipo transnacional. Menciona que “es difícil ejercer el periodismo colaborativo porque tienes que renunciar a algunas cosas, dar muestras de confianza, aceptar tus propias limitantes, ser humilde y darte cuenta de que no puedes abordar el problema solo porque no lo vas a poder entender en toda su magnitud.”
Sin embargo, destaca que “este premio puede servir como inspiración para que se hagan más trabajos colaborativos. Los medios y los periodistas estamos muy acostumbrados a trabajar solos. Pero la corrupción, el narcotráfico, el dinero y el contrabando son problemas que están afectando a nuestras democracias y cruzan las fronteras, por eso los periodistas tenemos que cruzar las fronteras y unirnos. Solos no vamos a poder”.

Días después, el lunes 26, en el curso Proyecto de Grado del MPE, se refirió a su reportaje propiamente tal, contando cómo surgió la idea y cómo lograron llevar a cabo un tema tan delicado —tema que también abordó en la charla que hizo ese mismo día en la Facultad de Comunicaciones UC para la Red de Periodistas de Investigación—. “Los comunicados que llegan al diario día a día sobre mujeres detenidas es un tema muy recurrente en el norte de Chile”, menciona Cristian Ascencio. ¿Por qué tantas mujeres? ¿Por qué de Bolivia? ¿Por qué todas las semanas? ¿Por qué con drogas? eran las preguntas que comenzaron a rondar, aquejar y abrumar a Ascencio hace cuatro años; a medida que recibía más y más comunicados anunciando nuevas detenciones femeninas por tráfico de drogas. “De cierta manera el tema era tan común que incluso comenzó a ser invisibilizado”, dice. Pero él no lo quiso dejar pasar.
Todo comenzó en 2016, cuando ofreció el tema a “Connectas”, una asociación que se dedica a unir periodistas para hacer trabajos trasnacionales y colaborativos. Sin embargo, no tuvo éxito hasta 2018, cuando encontraron a una periodista de Bolivia que quiso aportar en el proyecto: Nelfi Fernández. Ambos se dieron cuenta de que gran parte de la historia ocurría en Iquique, un punto neurálgico para el tema. Por lo mismo, llegaron al editor de Crónica de La Estrella de Iquique, Carlos Luz, quien coincidentemente también es exalumno del Magíster (generación 2015), y ya había trabajado en este tipo de temas anteriormente.
Empezaron a revisar cifras y estadísticas y llegaron a la conclusión de que “en promedio, una mujer y dos o tres hombres bolivianos eran detenidos al día por transportar drogas”, indica Ascencio. Luego explica que decidieron enfocarse en las mujeres porque se dieron cuenta de que había habido una “feminización del delito”. De hecho, señala que es el único donde la presencia de mujeres alcanza más del 30%. En cambio, en robos y homicidios por ejemplo, no llegan al 10%.

Comenzaron los viajes a la frontera y a las cárceles de la región. Ascencio cuenta que fue difícil establecer los parámetros éticos porque necesitaban los testimonios de las prisioneras, pero no tenían cómo protegerlas de las redes de las mafias. “Siempre les dejábamos súper claro que este reportaje iba a ayudar a otras personas a que no cayeran en estas redes, pero que a ellas lamentablemente no les iba a servir de nada en términos carcelarios, por lo que costaba más convencerlas de que contaran sus historias”. De la decena de detenidas que decidieron colaborar en la investigación, Celia Cazorla es la única que dio su nombre y apellido, y la única que aparece con fotografías. “Me dijo que quería que saliera todo de ella porque sabía que este trabajo iba a servir para que a otras no les pasara lo mismo. Fue muy valiente”, reconoce Ascencio.
Uno de los focos del reportaje era contar las historias y el recorrido de las mujeres que habían sido utilizadas como “carne de cañón” para traficar droga desde Bolivia hacia Chile. Pero el otro enfoque era descubrir cuál era el perfil de personas al cual estaban apuntando las mafias, y descubrieron que en su mayoría eran mujeres indígenas provenientes de Cochabamba que necesitaban el dinero, ya sea para sanar la enfermedad de algún ser querido, para hacerse algún tratamiento, para aportar con dinero rápido a la casa, etc. “Nuestra intención era que esto llegara a los tomadores de decisiones en Chile y en Bolivia, para que pusieran el foco en las mafias más que en las mujeres transportadoras que al fin y al cabo son el eslabón más débil de la gran cadena del narcotráfico”, señala el periodista.
“Estamos orgullosos del premio que nos ganamos porque le da más visibilidad a un tema que está tan normalizado en el norte del país que ya deja de verse como un problema. Se vuelve cotidiano”, indica Cristian Ascencio.