
-¿Cómo supiste del MPE y por qué decidiste estudiarlo?
Las primeras referencias fueron las experiencias de compañeros de la Licenciatura en Historia UC, mi primera carrera, que lo cursaron antes que yo. Luego comencé a buscar información por mi cuenta, y en comparación con otros programas o posibilidades académico-profesionales, aposté por el MPE porque sentí que calzaba con lo que buscaba: una instancia de desarrollo profesional y una puerta de entrada al ejercicio del periodismo donde mi formación previa y mis competencias eran valiosas.
-¿En qué te cambió la vida el MPE?
Fue un cambio total. Hasta antes del MPE era profesor de Historia. Hice clases en colegio y preuniversitario, pero era una labor que no me llenaba totalmente. Sabía que realizar el Magíster era un nuevo comienzo, e inicié un camino lleno de aprendizajes, donde tuve nuevas experiencias y adquirí nuevas competencias y conocimientos. El periodismo es ante todo un oficio, un camino de desarrollo permanente, y que me ha entregado grandes satisfacciones.
-¿Cómo ha sido trabajar en crónica en estos tiempos y qué más has hecho después del MPE?
Luego del MPE, realicé la pasantía y trabajé en Deportes de El Mercurio. Fue una época de muchísimo aprendizaje: algo que valoro de Deportes es que se debe reportear con rigor, pero al mismo tiempo hay espacio para contar historias.

Después, tras un paso por el Directorio de Transporte Público Metropolitano del Ministerio de Transportes, estoy en Regiones desde 2018, una de las secciones del Cuerpo C de El Mercurio. Ha sido un desafío permanente. Coyunturas como el conflicto en La Araucanía y la provincia de Arauco; el estallido social y sus particularidades en Concepción, Valparaíso, Iquique o Antofagasta, donde se han producido hechos de especial repercusión mediática. O más recientemente la crisis migratoria en el norte del país: hechos que nos obligan a informar con precisión y estar atentos a las múltiples aristas que involucran.
La pandemia obligó al diario y al equipo periodístico a modificar muchas de las actividades que eran cotidianas: ajustarse al teletrabajo, mantener la comunicación permanente con los colegas, la reducción de instancias de reporteo presencial y el refuerzo del reporteo telefónico, modificar horarios de despachos, y continuar de todas formas con la entrega productos periodísticos de calidad.