En estos días, es común adoptar prácticas para la vida diaria a partir de consejos que se encuentran en Internet. El 28 de marzo, el perfil 8FACT by 9GAG de Instagram publicó una foto en la que proponía utilizar el efecto Zeigarnik como truco para engañar al cerebro al momento de retener o desechar información. La publicación tiene 87.5k de likes y 464 comentarios de personas emocionadas al leer sobre las posibilidades de este efecto. Pero, ¿de qué se trata realmente?
El efecto Zeigarnik es la tendencia a recordar con mayor facilidad las tareas interrumpidas o inacabadas frente a las que han sido completadas. Actualmente en Internet hay contenido que indica cómo utilizar este efecto para mejorar técnicas de estudio e incluso nuestra productividad diaria al “dejar las cosas a medias” o “interrumpir acciones”. Sin embargo, especialistas del área aseguran que su aplicabilidad no es tan simple como se plantea, pues podría incluso producir efectos inversos a lo que se busca.
El término fue acuñado por la psicóloga soviética Bluma Zeigarnik en 1927. El efecto se debe a una tensión que se desarrolla por la tendencia cerebral a completar las cosas y que conduce a recordar con mayor fuerza lo que no ha sido finalizado.
Estudios posteriores han demostrado que, más allá del efecto, la motivación es una pieza clave a la hora de analizar cómo realizamos tareas. Incluso, el psicólogo colombiano Ruben Ardila, doctorado en Psicología Experimental en la Nebraska University, en su libro “Psicología del aprendizaje” menciona que “no se sabe bien cómo puede influir en el recuerdo el propósito (o motivación) de recordar”, por lo que el tema amerita mayor investigación.
Así, recomendaciones relacionadas con el efecto Zeigarnik como “dejar las cosas a medias” para crear el sistema de tensión que impulse a la persona a finalizar la tarea, son consejos que hay que examinar con mayor detención, según Francisco Parada, director del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la Universidad Diego Portales. El especialista comparte que el efecto puede tratarse de un dato “periférico” dentro de la psicología y que es necesario estudiar su relevancia para así traducirlo a la sociedad de manera efectiva, pues crear continuos sistemas de tensión pueden resultar contraproducentes para la salud mental de las personas.