Nuevos símbolos

por Rodrigo Córdova

Durante las últimas semanas de manifestaciones han aparecido y han caído símbolos. Parece ser que, aparte de las demandas civiles, la población ha gestado una suerte de revelación pagana en cuanto al recambio de figuras representativas.

Se han derribado estatuas de Pedro de Valdivia, parte de la del general Baquedano, han quemado iglesias y han pintado y destrozado estatuas de sacerdotes y del exsenador Jaime Guzmán.

Por otro lado, han aparecido símbolos populares que, como si fuese lluvia, empapan a la gente que se manifiesta y se configuran como símbolos de protesta. El famoso perro “negro matapacos”, “Pareman”, la bandera chilena negra con la estrella blanca, entre otros.

También se han rescatado, más bien relucido, otros signos que siempre estuvieron presentes pero tomaron, o retomaron, un protagonismo importante dentro de los símbolos de manifestaciones, como las estatuas de antiguos lonkos como Lautaro y Caupolicán. Ente estos hay un símbolo que es el que más se repite, en distintos tamaños y en distintas fotografías aparece flameando, a veces tímida y a veces protagonista. La bandera mapuche, la wenufoye.

Su protagonismo comenzó luego de que se publicara una foto tomada en la marcha más multitudinaria de la historia de Chile, que convocó a lo menos 1 millón 200 mil personas. En la imagen, se apreciaba un cielo naranjo tras la estatua central de la Plaza Italia, en esta se encaramaban los manifestantes, y en la punta, una persona de pie, con los brazos abiertos levantando la wenufoye. Fue en ese momento, que el símbolo se consolidó.

Si bien la respuesta del porqué se hizo tan representante de la lucha social es indescifrable, claramente representa mucho más que las demandas del pueblo mapuche y la reivindicación de los pueblos originarios. ¿Apropiación cultural? No lo sé, pero a estas alturas la comunidad ya se hubiese manifestado en contra. Ahora es imposible ir una manifestación sin que se vea el klutrún entre las franjas negra, roja, verde y celeste. Hay algo ahí que, a veces, se hace más representativa que la misma bandera chilena.

Hay una crisis de los símbolos, y entre medio del caos hay muchos emblemas que se caen a un abismo del que no podrán ser rescatados. En ese mismo espacio de indefiniciones, aparecen otras imágenes que representan consignas y se consolidan. Quizás esta bandera surgió por un sentido de pertenencia al origen, de que hay que valorar lo basal, quizá representa a todos los que han sido postergados y olvidados, quizás porque la gente se identifica con la imagen del pueblo oprimido por el Estado chileno.