La Comuna de Santiago

por Jorge Marchant

La Comuna de París de 1871 fue sin dudas uno de los mayores acontecimientos revolucionarios de la historia. Tras la caída de Napoleón III, el proletariado se sublevó y derrocó el poder establecido. Formó sus propios órganos de gobierno y reemplazaron al Estado monárquico, burgués y capitalista. Para efectos de Chile, reemplazaremos monárquico por presidencialista. La bandera de Francia, fue reemplazada por una bandera roja. En Chile; por una bandera chilena negra o la mapuche. En París, También fue víctima el patrimonio: el palacio de las Tullerías, el palacio de Orsay y la columna de la Plaza Vendôme, con Napoleón en la cumbre. En Chile, varias iglesias, casas patrimoniales y estatuas y bustos como los de Bernardo O’Higgins o Pedro de Valdivia.

“El derecho igual de todos a los bienes y a los goces de este mundo, la destrucción de toda autoridad, la negación de todo freno moral, he aquí, si vamos al fondo de las cosas, la razón de ser de la insurrección del 18 de marzo”, escribió Guy Debord en la Sociedad del Espectáculo. “En el conflicto doloroso y terrible que impone una vez más a París los horrores del sitio y del bombardeo que hace correr la sangre francesa, que hace perecer a nuestros hermanos, nuestras mujeres, nuestros hijos aplastados bajo los obuses y la metralla, es necesario que la opinión pública no sea dividida, que la conciencia nacional no sea turbada. Es necesario que París y el país todo entero sepan cuál es la naturaleza, la razón, el fin de la Revolución que se produce”, dijo la Comuna en su declaración al pueblo. Solo hagamos el ejercicio de reemplazar por Santiago.

En ambos momentos la calle logró imponer su agenda. Eduardo Artés, candidato presidencial del partido Unión Patriótica en las pasadas elecciones presidenciales dijo en un debate presidencial, “estamos construyendo un camino, estamos hablando de un proyecto revolucionario de refundación de Chile. El parlamento tendría que obedecer la voz del pueblo”, además se refirió a que obligaría al parlamento a hacerlo y lo acecharía si fuese necesario para aprobar leyes determinadas, como podríamos apreciar hoy, por ejemplo, la asamblea constituyente. En París, en los dos meses que duró la Comuna, se instaló definitivamente un nuevo sistema político, en el que para conservar el orden social establecido se ampliaron los derechos políticos y se dieron respuestas a los reclamos de todos los sectores sociales, aunque éstos no fueran significativos. En Chile, es cosa de tiempo.

Comunistas y anarquistas como Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones de la Comuna, tomándola como un modelo para la clase obrera, demostrando que el proletariado podía tomar el poder para crear una sociedad más justa, igualitaria y fraternal, ejemplo que probablemente seguirán distintos filósofos y teóricos para analizar la Comuna de Santiago.