Uno ateo, el otro cristiano. Uno austríaco, el otro británico. Uno psiquiatra, el otro escritor. Se trata de Sigmund Freud, y C.S. Lewis.
El encuentro entre estos dos pensadores del siglo XX es lo que nos trae el Teatro de la Universidad Católica, con las actuaciones de Héctor Noguera (como Freud) y Cristián Campos (como Lewis). «La ultima sesión de Freud» es un diálogo imaginario entre el padre del psicoanálisis, y el escritor y filósofo inglés –creador de “Las Crónicas de Narnia”-, donde el intercambio de ideas se centra en la existencia de Dios, dando paso a dos visiones opuestas. Sexo, familia, poder, violencia y destrucción también son parte de la discusión, donde “cada uno se vuelve el psicoanalista del otro”.
La obra es del dramaturgo norteamericano Mark St. Germain (a su vez inspirado en el libro “The Question of God”, de Armand Nicholi), quien ya ha proveído de otras obras que se han presentado en Chile, como “Relatividad”, o “Lección de baile”, ambas montadas el año pasado. El estilo del escritor suele involucrar figuras históricas en situaciones hipotéticas, para abordar preguntas sobre sus vidas y sobre la vida misma.
El director de la obra, Marcelo Alonso, cree que esta sería una de las mejores obras del dramaturgo Saint German. “Es básicamente la conversación entre un científico y un artista, acerca de la existencia. Parten de una cierta distancia, y parten de una pregunta, del por qué se decide volver a Dios. La obra es la enorme respuesta del existir.”

Así, la obra se plantea en forma de diálogo, que contrapone y compara constantemente las visiones de mundo de sus dos controvertidos personajes.
El científico y el artista
Héctor Noguera encarnará al psicoanalista Sigmund Freud. Sobre esta labor, comenta: “Para mí es muy interesante encarnar a una persona absolutamente atea. Esa es una de las cosas buenas y lindas que tiene el teatro, que uno se pone en el lugar del otro. Entonces, eso me permite a mí conocer mucho mejor ese punto de vista, lo que para mí es muy interesante. Uno crece con eso”. El actor reflexiona luego sobre la manera en que la audiencia vivirá la obra: “El espectador se ve ahí enfrentado a un debate. Lo interesante es que por muchos momentos al público se le quita el piso sobre sus propias convicciones y eso le hace pensar más en ellas. Y eso es una labor del teatro también”.
Así como él espera la reflexión del público, Noguera vive también sus propias reflexiones, siendo él un hombre creyente. Agradece haberse pensado más a sí mismo con la oportunidad de interpretar a Freud.
Cristián Campos, quien ya ha actuado anteriormente en otra obra del dramaturgo, comenta que para este rol ha tenido que leer varios de los libros escritos por su personaje. Gracias a ello, ha llegado a compenetrarse con elementos cruciales en la vida de Lewis, como sus dolores -aprendiendo cómo siente, e incluso dónde siente la pena- y también su conversión hacia la fe. Dice sobre su personaje: “Es un tipo interesantísimo, pero lo que más me interesó es el hecho de que sea un converso, puesto que hay cierta pasión en los conversos. Son en general muy militantes en aquello que actualmente creen. Y por eso precisamente Freud lo llama, para retarlo, para preguntarle como un hombre tan inteligente puede cometer la estupidez de hacerse cristiano, y Lewis se defiende dando su testimonio.”
Estos cuestionamientos por el bien y el mal, la muerte, la espiritualidad, son un centro marcado en la obra de Saint Germain, pero también en quienes la encarnan aquí en Chile.
Alonso puntualiza: “Los tres que participamos en esto tenemos un rollo con lo religioso. Yo soy de los Sagrados Corazones, El Tito (Noguera) es ignaciano, Campos es Salesiano.”
Para ellos, la pregunta sobre la espiritualidad cobra gran importancia, y tiene su correspondencia en los sucesos actuales.
“Hoy, cuando mucha gente quedó desamparada de su Iglesia, con lo que pasó en El Bosque… Incluso con los que defendieron su Iglesia”, medita el director, en torno a la desesperanza. Pero acota que la obra se desvincula de ese tema puntual desde un inicio, diciendo que “el gran problema de la Iglesia Católica, es la Iglesia Católica. No interesa. Sólo importa ese lugar de uno, donde está la inquietud por la divinidad, y cómo los diálogos entre ambos personajes de la obra van ayudando a que uno viaje por ese cuestionamiento, y que si el mundo que quieres no existía, lo puedes crear en tu vida, en tu arte”.