Nuñez está cursando el cuarto año de Enfermería en la Universidad de Los Andes. Es una de las 200 víctimas que han recibido disparos de balínes en sus ojos. Relató a “El Cóndor” el hecho y su difícil proceso.
Fue la segunda vez que Francisca Núñez asistía a una marcha. El lunes 21 de octubre fue con dos amigos a la protesta para brindar apoyo médico a quien lo necesitara. Tenía miedo y, sin estar en un lugar en que se estuviesen generando destrozos, fue víctima de un perdigón en el ojo izquierdo. No lo perdió, pero ve borroso y está a la espera de una tercera cirugía, esta vez de alto riesgo. Si todo sale bien podrá recuperar la visión a larga distancia, porque la corta ya la perdió. Eso es irreparable.
“Estaba gritando y llorando y en mi cabeza pensaba: Quedé ciega, quedé ciega». No recuerda mucho del evento, sólo recuerda el dolor, los gritos y los Carabineros que estaban a menos de 10 metros.
Núñez recibe a “El Cóndor” en su departamento a pasos del metro Los Dominicos. Tiene 21 años y estudia Enfermería en la Universidad de Los Andes. Es estudiosa, no tiene hobbies, pero siempre busca actividades extraprogramáticas que tengan que ver con su disciplina, desde muy pequeña es lo que quiere hacer. Cuando comenzaron las protestas se dio cuenta de muchas cosas: “Antes como que estaba muy ajena a todo, como que entendía las cosas pero me distanciaba”.
—¿Por qué no ibas a marchar? ¿Por qué ahora si?
«Antes no iba de floja. Estoy 100% apoyando a la causa, de hecho por eso fui a ayudar porque tengo que apoyar de alguna forma a la gente que está haciendo su aporte por todos. Ahora nunca más en la vida voy a ir a una marcha porque me da pánico».
—¿Y cuándo te sensibilizaste con las manifestaciones?
«Por la práctica, que tenemos desde primer año. He estado viendo hace años el contraste entre clínica y hospital. Lo que más me importa de esto es que se mejore el sistema de salud porque es lo que encuentro más terrible de todo. No puedes hacer las cosas bien, porque no tienes cómo hacer las cosas bien. Porque te faltan insumos y medicamentos, y además la gente se muere esperando la lista para obtener los tratamientos que necesitan».
—¿Cómo fue el disparo? ¿Estabas ayudando a alguien?
«No. Cuando me dispararon, justo antes, la gente no estaba haciendo nada en esa parte, estaba caceroleando no más. Llegó un vehículo de Carabineros, se bajaron cinco y tres empezaron a tirar lacrimógenas y ahí la gente empezó a gritar cosas. «Ah pacos cu…, asesinos», que se yo. En respuesta a eso, uno de ellos disparó a la gente que los estaba insultando. Yo estaba detrás de ellos, justo me di vuelta para ver adónde estaban mis amigos porque estaba lleno de lacrimógenas y no veía nada. Me giré y me llegó».
—¿Caíste al suelo?
«Me aturdí, me caí al suelo y quede ciega de los dos ojos en ese minuto. No vi nada por el impacto, el otro ojo también se me movió. Quede ciega de los dos ojos. Fueron 10 minutos en que no vi absolutamente nada, hasta que me llevaron. De este ojo (el izquierdo) no vi nada como hasta una semana después que empecé a ver mejor, todavía no veo bien».
—¿Cómo llegaste al hospital?
«Me tomaron en brazos y se turnaban entre varios para llevarme al Hospital Salvador, que estaba al lado. Ahí me hicieron la primera asistencia, pero se dieron cuenta que me atendía por isapre y no me pudieron seguir tratando. Me mandaron caminando a la Clínica Santa María. Llegó mi papá y nos fuimos en taxi».
—¿Cómo están tus papás?
«Mis papás están ‘enchuchados‘ con el Estado, con los pacos, con el sistema, con todo y con lo que me pasó. Porque en verdad en mi caso fue super injusto, en todos los casos es injusto, porque nada que ver te disparen. Estamos demandando al Estado».
—¿Tienes una buena red de apoyo?
«Si, y sin esa red mi ojo tendía otro destino. Todos sabemos que el sistema de salud funciona pésimo, si no tuviera la plata para hacerme las cosas que me he hecho probablemente no vería nunca más. Es muy caro lo que me han hecho, cada cirugía me ha salido casi seis palos. Más los lentes, más el tratamiento, las gotitas, tengo que al doctor ir dos veces a la semana».
—¿Y tus amigos cómo reaccionaron?
«La verdad como que no reaccionaron. Encuentro que tienen muy poca consciencia social. Me he sentido súper decepcionada de eso. Esto me ha hecho alejarme de mi grupo de amigos. No soporto que no tengan consciencia. Eso me causa más rechazo. Yo misma lo viví, el abuso de los Carabineros, porque fue abuso; nadie te puede disparar porque dices un garabato».